domingo, 29 de noviembre de 2009

De Borges en la escuela Freudiana de Buenos Aires.


“Y si no creemos en Dios, podemos suponer que todo el pasado nos escribe, que este momento es la cifra escrita por todos nuestros infinitos ayeres, por todo el proceso cósmico anterior, por toda la historia del mundo hasta llegar a nosotros. Ahora somos esa escritura y a su vez seremos causa de otra escritura, que será el momento o los siglos que sucedan a este momento. Yo creo en la fatalidad. No quiero decir que crea en un Dios que lo sepa, que sepa que todo está prefigurado, pero no creo en el libre albedrío. Cada instante nuestro está determinado por toda nuestra vida anterior y ¿por qué no?, por toda la historia universal anterior o por todo el proceso cósmico. Creo, sin embargo, que el libre albedrío es una ilusión necesaria. Por ejemplo, si me dicen que yo no tengo libertad para poner sobre la mesa la mano derecha, que necesariamente pondré la izquierda, me rebelo ante esa idea; pero una vez he puesto la mano derecha, acepto que no ponerla hubiera sido del todo imposible, que eso está tan prefijado como el curso de las naciones, la guerra, todo lo que sucede, en fin. Yo acepto eso en lo que se refiere al pasado, que toda mi vida ha sido prefijada; pero para seguir obrando necesito creer en el libre albedrío. Necesito creer, por ejemplo, que puedo elegir entre ”vocablo” y “palabra”, aunque realmente, una vez que he dicho una de las dos, sé que era fatal que la dijera; pero necesito la ilusión del libre albedrío para seguir viviendo, porque nada importa que toda mi vida haya sido un esclavo si me siento libre ahora, si en este momento gozo de esa libertad, tal vez ilusoria, del libre albedrío”.
Borges, El poeta y la escritura, pág. 119. Del libro Borges en la escuela Freudiana de Buenos Aires.

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