Estaba
un desengañado saxofonista tocando en la madrugada en una banca del parque, y
llegó una prostituta que le dijo: “Te cambio sexo por saxo”. Entonces, ella le
dio el sexo más exquisito de los que sabía su cuerpo, con tal de escuchar el
saxofón tocando una melodía que acompañara el susurro con que llegan los
primeros destellitos de la aurora. Pero, el músico era un hombre, y tan pronto
eyaculó, le entregó el saxofón y se marchó. El amanecer se quedó mudo.
CuentosdeBCRamos. Del libro Palabras Pesadas.
Toulouse Lautrec, Alone.
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