jueves, 30 de junio de 2011

Haiku. De Bashô.

Se va la primavera.
Lloran las aves, y son lágrimas
Los ojos de los peces.



De Oscar Hahn. Invocación al lenguaje.

Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.
Ya me tienes cansado
de tanta esquividad y apartamiento,
con tus significantes y tus significados
y tu látigo húmedo
para tiranizar mi pensamiento.
Ahora te quiero ver, hijo de la grandísima,
porque me marcho al tiro al país de los mudos
y de los sordos y de los sordomudos.
Allí van a arrancarme la lengua de cuajo:
y sus rojas raíces colgantes
serán expuestas adobadas en sal
al azote furibundo del sol.
Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.

miércoles, 22 de junio de 2011

De José de la Colina. Ardiente.

¿Quieres soplarme en este ojo? -me dijo ella-. Algo se me metió en él que me molesta.
Le soplé en el ojo y vi su pupila encenderse como una brasa que acechara entre cenizas
.
De José de la Colina, México.

lunes, 20 de junio de 2011

De Alejandra Pizarnik. Buscar.

BUSCAR
No es un verbo sino un vértigo. No indica acción.
No quiere decir ir al encuentro de alguien sino
yacer porque alguien no viene.
De Textos de sombras.

sábado, 18 de junio de 2011

De Mira Bai.

¿Cómo puedes encontrar al Señor,
atareada todo el día con incontables quehaceres?
En la noche duermes:
tu vida es preciosa
y sin embargo apenas la posees.

Canta el nombre del Señor de Mira
y encara el futuro con firmeza.
De Poesía mística de la India. Mira Bai, (Rajasthan, Finales del siglo XV.)

sábado, 11 de junio de 2011

De Ester de Izaguirre. Neurosis.

a Olga Blinder
Hay días
en que caen del firmamento
los cerrojos de un mundo
al que no podrán llegar el Géminis o el Ranger.
Hay días en que los cabellos se peinan con desgano,
y en que quisiéramos clausurar todas las puertas de la casa,
para no tener que salir a la aventura interminable de las horas,
para no oler el desamparo de la calle.
Hay días en que el sol es mi enemigo
porque grita los perfiles de las cosas,
y a mí no podrá poseerme nunca para agotar mis sombras.
Hay días en que se asfixia la esperanza
entre los cuatro muros de mi cuarto;
mañanas en las que no puedo inaugurarme
porque amanece el rostro como un lago pintado.
Hay tardes en que mi cuerpo es un recuerdo
y yo la que recuerda sus latidos.
Hay días en que Dios se empequeñece,
me pide de beber
y yo seco la fuente de mis lágrimas
para ver cómo un Dios muere de sed.

jueves, 2 de junio de 2011

DE LO QUE HABLA.

Córdoba iluminada a orillas del río Guadalquivir
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