lunes, 4 de julio de 2011

De Derek Walcott. Finales.

Las cosas no explotan, 
se debilitan, se desvanecen, 
como la luz del sol se desvanece de la carne, 
como la espuma se absorbe rápidamente en la arena, 
incluso el relámpago deslumbrante del amor 
carece de un final estruendoso,
muere con un sonido 
de flores marchitándose como la carne 
con la piedra pómez húmeda, 
todo trabaja para esto 
hasta que nada nos queda
salvo el silencio que rodea la cabeza de Beethoven.



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