domingo, 3 de julio de 2011

De Susana Thénon. Resto.

Quedan los movimientos elementales
de la sangre
y el rostro, espejo ciego
donde se precipita el mediodía.

Quedan las manos, apenas,
suavemente dibujadas
en la espalda negra del aire.
Quedan las palabras, no la música,
no el rumor equidistante del sol
cuando hace noche, dolor y miedo.

Quedan los animalitos cansados
de golpear, cara y ceca,
en su jaula de huesos.
De Habitante de la nada, 1959.

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