El Carnaval después de la inundación
Por: Libardo Barros E.
Hoy es domingo de carnaval en Soplaviento, como lo es para San Cristóbal, Arenal, Campo de la Cruz, Villa Rosa, Santa Lucía o cualquiera de los pueblos inundados en diciembre pasado por el desbordamiento del Canal del Dique. Sus habitantes están de vuelta después de más de dos meses de ausencia. Hace apenas tres semanas, los pocos que habían llegado se asustaban entre sí como si fuesen fantasmas o ánimas en pena. Y aunque parezca triste, algunas familias se quedaron en otros pueblos. Pero el agua no es más terca que nosotros, dijo alguien. Ya está la fiesta, el disfraz, el baile y esta felicidad a borbotones que los congrega.
Hace dos años Guillermo Orozco, el bailador más gracioso de la danza de negros de Soplaviento, se reponía de una operación a corazón abierto. Había perdido veinte kilos de peso. Cuando se sintió recuperado, la creciente de este diciembre lo puso a prueba otra vez. Pero al fin llegó el carnaval, y aunque no hace los mismos recorridos de antes, por lo menos festeja y se entusiasma cuando escucha el tambor alegre y canta para sí:
Eh, eh, eh, la rama del tamarindo.
Esa emoción la viví muchas veces en Santa Lucía, Cartagena, Barranquilla o cualquier otra parte a la que fuimos. Es un lujo estar entre esos muchachones blandiendo mi machete de peje sierra. El tambó tocando finito y los versos de Anto animando. Esa música me sofoca cuando la oigo, al costado, atrás o adelante. Hay que hacerlo con gracia si no, no sale bien.