Juro por Dios, Mag, que ojalá nunca te hubiera visto.
Ojalá nunca dejaras tu trabajo para venirte conmigo.
Ojalá jamás hubiéramos pagado el permiso, ni comprado
un vestido blanco,
para que te casaras el mismo día en que fuimos corriendo
a ver al cura
y le dijimos que nos amaríamos y cuidaríamos uno al otro
por siempre jamás, siempre que el sol y la lluvia perdurasen
en algún rincón.
Sí, ahora es mi deseo que vivieras en otra parte, bien lejos
de aquí,
y que yo fuera un vagamundo montado en un mercancías,
a dos mil kilómetros, totalmente en la ruina.
Y ojalá nunca hubiéramos tenido niños
ni el alquiler, el carbón, la ropa por pagar,
ni el recadero de la tienda que viene a cobrar lo suyo,
a cobrar en metálico por alubias y ciruelas.
Ojalá nunca te hubiera visto, Mag
Ojalá nunca hubiéramos tenido niños.
Ojalá nunca dejaras tu trabajo para venirte conmigo.
Ojalá jamás hubiéramos pagado el permiso, ni comprado
un vestido blanco,
para que te casaras el mismo día en que fuimos corriendo
a ver al cura
y le dijimos que nos amaríamos y cuidaríamos uno al otro
por siempre jamás, siempre que el sol y la lluvia perdurasen
en algún rincón.
Sí, ahora es mi deseo que vivieras en otra parte, bien lejos
de aquí,
y que yo fuera un vagamundo montado en un mercancías,
a dos mil kilómetros, totalmente en la ruina.
Y ojalá nunca hubiéramos tenido niños
ni el alquiler, el carbón, la ropa por pagar,
ni el recadero de la tienda que viene a cobrar lo suyo,
a cobrar en metálico por alubias y ciruelas.
Ojalá nunca te hubiera visto, Mag
Ojalá nunca hubiéramos tenido niños.
Versión de Miguel Martínez-Lage
No hay comentarios:
Publicar un comentario