miércoles, 18 de enero de 2012

De Jairo Aníbal Niño. La casa de oro.

 Es cierto que yo era uno de los animales más veloces de la tierra, dijo la tortuga. Y añadió: Es cierto que le gané en la carrera a la liebre y que vencí a Aquiles. Todo eso pasó cuando tenía el cuerpo desnudo. Sentía sobre mi piel el aire y el viento y era fuerte y veloz. Pero un día decidí que debía tener un palacio. Entonces construí, con los mejores materiales, una morada que fuera espléndida e indestructible. Elaboré lámina por lámina, como un orfebre, la concha. Y me metí en ella. Entraba y salía cuando me daba la gana y viví un período de gran placidez. Pero ocurrió que, poco a poco, la casa empezó a crear garras para sujetarme y una mañana, en que la lluvia me invitó a correr desnuda por el bosque, me di cuenta que no podía salir, que mi casa me había hecho prisionera para siempre.

Jairo Aníbal Niño, escritor colombiano. Segunda antología del cuento corto colombiano.

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