miércoles, 14 de marzo de 2012

De Juana Castro. Padre.

Esta tarde en el campo piafaban las bestias.
Y yo me quedé quieta, porque padre
roncaba como cuando,
zagal, dormíamos en la era.
Me tiró sobre el pasto
de un golpe, sin palabras.
Y aunque hubiera podido
a sus brazos mi fuerza,
no quise retirarlo, porque padre
era padre: él sabría qué hiciera. Tampoco duró mucho.
Y piafaban las bestias.

De Del color de los ríos

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