Entonces
sabemos todo lo que fue y será.
El
mundo aparece explicado definitivamente y nos invade una gran serenidad, y se
dicen las palabras que la significan.
Levantamos
un puñado de tierra y lo apretamos entre las manos.
Con
dulzura.
Ahí
se encierra toda la verdad soportable: el contorno, el deseo y los límites.
Podemos
decir entonces que somos libres, con la paz y la sonrisa de quien se reconoce y
viajó infatigable alrededor del mundo, porque mordió el alma hasta sus huesos.
Liberemos
lentamente la tierra donde ocurren milagros como el agua, la piedra y la raíz.
Cada
uno de nosotros es de momento la vida.
Que
eso nos baste.
José Saramago en Probablemente alegría.