Egon Schiele, Ritratto di Albert París von Gutersloh
EL ACADÉMICO
Debido a su prolongada castidad, cuando Angélica De la
Rosa recibió una propuesta matrimonial de Jaime Manzano, contestó con un sí
categórico; sin embargo, no dejaba de pensar en que tiempo atrás, él le
había confesado su excesiva preferencia por el sexo oral. Y como ella era
izquierdista en cuanto a la orientación de sus ideas, pero ultraderechista en cuanto
al manejo de su cuerpo, decidió estar preparada.
Fue entonces cuando
encontró en internet un estimulador de clítoris de los que se adaptan al iPod o
al iPhone, cuyas simples instrucciones, escritas en fuente Arial de color magenta, vencieron sus resistencias. “Una vez
conectados tu dispositivo y el panel de control, solo debes colocarlos encima
de tu vagina y manipular la perilla; sentirás gran placer al mismo tiempo que
ejercitas tu aparato genital. Antes y después de utilizarlo debes limpiarlo con
agua tibia y jabón antibacterial. La bala de vibración funciona con dos pilas AAA que no están
incluidas.”
Tan pronto lo recibió
Angélica se dispuso a practicar las 12 funciones vibrátiles que ofrecía el
artefacto, y, a pesar de haber gastado una fortuna en baterías, para el día del
matrimonio se jactaba de ser experta. Lo demás sería cuestión de resistencia.
Para su infortunio, con el
paso de los meses se convenció de que su marido era un académico que practicaba
el sexo oral como solo puede hacerlo un académico; un laberinto verbal en el que enredaba
diariamente a Angélica de la Rosa, y en el que solía mezclar investigaciones,
atributos, simbolismos, tradiciones, estadísticas y conceptos. Pura paja.
Del libro Palabras Pesadas, BerthaCRamos.