Las dos patas
traseras de una silla de comedor, estaban furiosas con las dos patas delanteras
porque éstas les daban la espalda a toda hora. La una le dijo a la otra: Son altaneras
¿será porque están talladas con arabescos y nosotras somos lisas? a partir de
este momento, les dejaremos de hablar. En eso estaban, cuando llegó el dueño de
la casa y se sentó bruscamente en esa silla para comerse el almuerzo. Las dos
patas traseras se aplacaron de inmediato y se olvidaron del asunto.
CuentosdeBCRamos. (De Ligeras Historias)
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