Y
así llega el momento del recuento.
Cuando
existir, es solo una memoria,
cuando
la vida es una dilatada
y
miserable conjunción de cosas.
Una
trastienda mágica y siniestra
con
sus falsos dorados y sus pompas
desgastadas,
opacas por el polvo.
Ah,
podría llorar tremendamente
frente
a esta multitud vertiginosa
de
objetos sin nacer, que se deslizan
sin
saber quién los nombra.
Y
prosiguen dispersos, derramados,
y
chocan, y se ignoran.
Yo
tomo los recuerdos en las manos
y
los dejo caer. Y ya no importa.
Fragmento de Enumeración final.
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