sábado, 8 de agosto de 2020

PRIMA LEJANA. Bertha C. Ramos

 

PRIMA LEJANA

Prima Lejana es una mujer lejana y excéntrica. Cuando va a mudarse de casa recoge tres meses antes de marcharse. Tres meses. Ni un día antes, ni uno después. Prima Lejana embala con tal gracia que cuando el menaje está listo la casa parece en Navidad. Empaca hasta los deseos, y como dice que ellos son evanescentes, los guarda esmeradamente en papel celofán amarrados con una cinta tricolor. Luego los etiqueta. Por ejemplo, “Deseo prosperidad en mi nueva casa”. A veces pone cosas caprichosas como “Deseo que a la hija de puta de al lado se le mueran las astromelias”, o “Deseo que caiga un asteroide porque mi patria es una mierda”. Yo, que por ser espectadora de sus quehaceres soy una especie de confidente, la vi empacar alguna vez, sin texto alguno, un papelito con un dibujo de las tetas de Kim Kardashian escurriendo silicona.

Cuando terminó su más reciente mudanza Prima Lejana duró un mes sentada frente a una caja que había sellado por todos lados. Una cajita de cedro que aún despedía olor a savia, delicada y hermética. La miraba y ocasionalmente se rascaba las cejas. Ella no pudo verme, pero fui testigo del momento en que la abrió. Prima Lejana hablaba sola y en voz baja: “más de tres meses sin verte” dijo, y sacó pausadamente relleno de papel, trozos de plástico, viruta y retazos de tela. En el centro de todo aquel amasijo venía un portarretratos con una foto suya en que lloraba por la caída de su primer diente. Prima Lejana lo sacó con un cuidado indescriptible, y suspiró como quien siente que le vuelve un diente al cuerpo.

Ilustración: Bertha C Ramos.

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