HOMBRE MACHO
En el futuro Hombre Macho no sabrá si es un hombre o es mujer. Habrá
días en que implorará a los dioses sabiduría para entender si su envidia
imperecedera y su obsesión por el olor dulzón y fuerte del comino son
menesteres de hombre, y serán esas deidades las que tendrán que persuadirlo de
que un hombre no es más hombre por negarse a diferenciar el cuerpo de una mujer
de un cuenco aborigen, o de cualquier objeto insustancial. En el futuro Hombre
Macho no entenderá de supremacías ni dominancias, y si llegara a saberlo se
sabría domesticado. Ya no hablará de tiempos lineales o circulares, porque
habrá comprendido que el tiempo es como un asteroide reflejado en la cabeza de
un alfiler. No sabrá si cuando ame cualquier cosa que no sea mujer, incluso a
sí mismo, seguirá siendo nombrado hombre. Abrirá todas las puertas y ventanas
de su casa para que de algún valle sagrado en África o en la India, el viento
traiga semillas que serán llamadas hijos y que apellidará orgullosamente para vincularlos a su estirpe. En algún calendario de un sol ya moribundo los
dioses se negarán a decretar qué significa masculino, y él tendrá que descubrirlo
como debió suceder desde el principio. Entonces se atribuirá una virilidad que
nunca tuvo, y ocultará con insolencia las ternezas que lo comandan
furtivamente. Aun así, en la incertidumbre lo sorprenderá la hidalguía de su
carne irguiéndose porfiada de madrugada, aunque en el fondo sospechará que mil
millones de erecciones no serán definitivas de su género.
En el futuro Hombre Macho no sabrá si es un hombre o una mujer. Acabará
por sentarse en los bordillos a comerse las uñas y a espiar desesperadamente a
Mujer Hembra.
Fotografía: Bertha C Ramos. Buenos Aires.
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