Para E.
McCausland
Del distrito de
Albuquerque, bordeando suaves colinas, baja una avenida ancha que se bifurca en
el parque. En el parque llora un viejo mientras acaricia un perro a la sombra
de los robles. Los robles en el verano descargan unas semillas que parecen
espirales que se mueven en el aire. El aire huele a salitre y a pastel de
navidad. La navidad causa estragos en el coraje del viejo. El viejo no tuvo
padre, pero ahora ama un perro. Un perro no piensa en padre, pero se muestra
obediente ante la vara del amo. El amo lanza la vara a la caótica avenida, el perro
no retrocede. Retrocede la memoria de ese viejo. Ese viejo se sonríe ahora que
no tiene padre ni tampoco tiene perro.
Del libro Palabras Pesadas.
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