Mi empleada de servicio pasa días entre
traperos, escobas y trapos de sacudir, y cuando llega a su casa habla
incansablemente de traperos, escobas y trapos de sacudir. Mi amiga, que es
abogada, por costumbre ha trabajado entre expedientes, condenas y condenados, y, tal vez sin advertirlo, permanece haciendo juicios. Mi marido, que es
ginecólogo, se hace cargo todo el tiempo de vaginas y criaturas, y cuando
regresa a casa ya no quiere saber nada de vaginas ni criaturas. Mi vecino,
que es un gran veterinario, está veinticuatro horas pendiente de proteger a los
animales, quizá por eso en la vida de mi vecina siempre ha existido una perrita.
Mi hermana, que es muy creyente, se dedica a la tarea de beneficiar al prójimo.
Seguramente por tal razón, en lugar de estar en casa se pasa tardes enteras en el
club. Yo, que me ocupo obsesivamente de preguntarme qué soy, de noche soy un
fantasma que deambula alrededor de mi cama y me observa curiosamente sin
comprender por qué nadie puede verme.
cuentosdeBCRamos. De Relatos de terceros en primera.
Oscar Kokoschka, Mujer de azul. 1915
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