sábado, 11 de julio de 2020

LA JERGA DE PEDRO PÉREZ. Bertha C Ramos.


LA JERGA DE PEDRO PÉREZ
Cuenta la mujer de Pedro Pérez que el mismo día en que los médicos le anunciaron que debía controlar sus excesos o moriría antes de seis meses, Pedro Pérez decidió portarse bien. Desde ese mismo momento se abstuvo de articular las frases que tanto le había gustado pronunciar, pero, sobre todo, practicar: dejó de tirar, de coger punta, de comer hierro, de empinar el codo, de azotar baldosa, de brillar hebilla, de hacerse la paja, de meter bareta, de jurar en vano, de poner los cachos, de meter las patas, de jartar chatarra, de tumbar marranos, de torear cristianos, de montar la talla y de poner conejo. Desde aquella misma noche Pedro Pérez dejó de creerse la verga y comenzó a creerse un santo. El deseo de no morirse lo volvió un ejemplo de templanza, sin embargo, al cabo de tres semanas falleció repitiendo decentemente que estaba triste.
Inconsolable, la mujer insiste en que esa clase de remedios son peores que los males; y que, si al menos Pedro Pérez en lugar de decir que estaba triste hubiera dicho estar llevado, seguramente estaría vivo.
Imagen: Goya, San Francisco de Borja y el moribundo. (Boceto)

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