domingo, 31 de enero de 2010

De Bertha C Ramos. Pariente Desalmado.

La fama de Pariente Desalmado sobrepasa la línea ecuatorial y llega hasta El Calafate, en la Patagonia argentina. Ya entrado en años, es una leyenda viva. Todo comenzó en la infancia cuando a Pariente Desalmado no habían terminado de crecerle los pies y se enamoró de una mujer que tenía fama de bruja. Corrían rumores de que ella había nacido con una tercera mano, un apéndice umbilical que ocultaba con recelo. Lo cierto es que la mujer era cleptómana. Que igual robaba cubitos de azúcar que se derretían en sus bolsillos, o palabras exóticas que incorporaba a su vocabulario. Pariente Desalmado, que entonces era lo que se llama un niño bueno, iba a visitarla cuando salía de la escuela y le llevaba secretamente una que otra baratija medallitas de cobre, piedritas cuarteadas o checas de gaseosa para apaciguar así su urgencia de robar. Cuando Pariente Desalmado se hizo hombre ella rondaba los treinta años, y en una barraca de la Serranía del Perijá pasaron la que sería su primera y última noche juntos. Porque cuando él se quedó dormido, ella le sacó el alma por un huequito que le hizo en la tetilla con un alfiler de sombrero, y desapareció sin dejar rastro. Desde entonces, es un desalmado. Una leyenda viva. Lo han visto que deambula por la América del Sur armado hasta los dientes y que una línea de sangre gotea siempre tras su paso. Lo acusan de bandolero. De asesino. De guerrillero. De rebelde. De sedicioso. Acabaron por llamarlo terrorista. Como es un desalmado, Pariente Desalmado no diferencia unas palabras de otras, así que, entre tanto aborrecimiento se encoge de hombros, levanta un poco la barbilla, tuerce la boca despectivamente y sigue disparándole a todo lo que se cruza en su camino.

CuentosdeBCRamos. Del libro Palabras Pesadas.
Picasso, Hombre con fusil.

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