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miércoles, 2 de enero de 2013

De Ester de Izaguirre. Fragmento de El espejo.

Yo siempre había creído
que era el tiempo el que se iba
tras cada ciclo cenital morado;
que el ayer existía en la conciencia
y que el hoy ya era un mañana virtual. Impostergable.
Pero entre lo que fui alguna vez
y lo que es hoy la imagen
especular y taciturna,
no son años los que se han ido sucediendo.
Soy yo la sucesiva y no mis noches;
aún ahora no me impulsa el instante:
yo soy la que camina del brazo con la muerte.
El tiempo es solamente
una inmóvil esfinge de amatista,
alzada por las manos de Dios, para animar
su eternidad desierta.

sábado, 11 de junio de 2011

De Ester de Izaguirre. Neurosis.

a Olga Blinder
Hay días
en que caen del firmamento
los cerrojos de un mundo
al que no podrán llegar el Géminis o el Ranger.
Hay días en que los cabellos se peinan con desgano,
y en que quisiéramos clausurar todas las puertas de la casa,
para no tener que salir a la aventura interminable de las horas,
para no oler el desamparo de la calle.
Hay días en que el sol es mi enemigo
porque grita los perfiles de las cosas,
y a mí no podrá poseerme nunca para agotar mis sombras.
Hay días en que se asfixia la esperanza
entre los cuatro muros de mi cuarto;
mañanas en las que no puedo inaugurarme
porque amanece el rostro como un lago pintado.
Hay tardes en que mi cuerpo es un recuerdo
y yo la que recuerda sus latidos.
Hay días en que Dios se empequeñece,
me pide de beber
y yo seco la fuente de mis lágrimas
para ver cómo un Dios muere de sed.

miércoles, 2 de febrero de 2011

sábado, 18 de diciembre de 2010

Ester de Izaguirre. Infancia.

Hubo un país de cunas y presagios
de guardapolvo blanco y navidades,
de reyes distraídos y cumpleaños fugaces
de estrenos de zapatos y verdades.
Un tiempo en el que el tiempo me sobraba
y sobraban la luz y las palabras.
Yo no crecí, se fue achicando el mundo.
Yo no callé,
se impusieron los cantos y pregones.
No envejecí,
la vida se me espeja en la mirada.
No soñaba,
había una realidad para los otros.
Sin embargo, seré la que mañana
ya no crezca ni calle, ni envejezca ni ame,
y aún así, esencial y despojada,
en un día como hoy de primavera
mi sombra irá buscando todavía
aquel país en el que estuve entera.

domingo, 7 de noviembre de 2010

De Ester de Izaguirre.

Cuando muera esta mano
que puede anotar fechas,
una libreta opaca
persistirá asombrada en mi escritorio.
Como un perro extraviado
sin el amo del tiempo,
como el inútil canto de victoria
desde un pueblo sitiado.


Fotografía: Juliana Palencia. República Checa.
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