No me dio miedo bordear el abismo del pecado.
La lujuria trasegó mi vida.
No sentí culpa de mi avariciosa ambición.
El dinero me permitió visitar cinco continentes
al lado de los más extraños sabios del planeta.
Gracias a la carne con yuca a la medianoche
pude vivir cinco años seguidos en el memorable
Hospital de Barranquilla.
Debo a mis ancestros y a mis padres
este cruce de razas del que me rio por dentro.
Soy místico, no filósofo; asceta, no monje; sincero en la verdad interior;
algunas veces al día veo a Dios, la Luz de Amor y Vida en todos como en uno.
Medito cada madrugada en el plano de los muertos.
(Poemas para Iniciados)