Para Oda
Estás podando el jardín y limpiándolo de mala hierba,
halando bejucos, invasores de las grietas en el concreto del
patio.
Ahora hay más luz aquí.
Encuentro un cenicero sobre la mesa
lleno de agua de invierno
y lo derramo sobre la grama.
Cicatrices negras aún manchan el fondo
donde apagábamos los cigarrillos mientras hablábamos,
en aquel entonces, enamorados, viendo nubes y
atardeceres
desvanecerse en la noche.
Ahora el romance es un hábito.
Las palabras, arrancadas de raíz, se pudren.
Tuvimos nuestra última cena en alguna parte,
no recuerdo dónde.
Un nuevo verano está ante nosotros,
incluso ahora siento el dolor de su agonía.
Traducción de Alejandro Silva
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