Cuando Prima Lejana se va mudar
de casa, recoge tres meses antes de marcharse. Tres meses. Ni un día antes, ni uno
después. Prima Lejana embala con tal gracia, que cuando el menaje está listo la
casa parece en Navidad. Empaca hasta los deseos, y como dice que ellos son
evanescentes, los guarda esmeradamente en papel celofán amarrados con una cinta
tricolor. Luego los etiqueta. Por ejemplo, “Deseo prosperidad en mi nueva
casa”. A veces pone cosas raras como: “Deseo que a la hija de puta de al lado
se le mueran las astromelias”, o, “Deseo que caiga un asteroide porque mi
patria es una mierda”.
Cuando terminó su más
reciente mudanza, Prima Lejana duró un mes sentada frente a una caja que había
sellado por todos lados. Una caja grande y hermética. La miraba y
ocasionalmente se rascaba las cejas. Ella no pudo verme, pero fui testigo del momento
en que la abrió. Prima Lejana hablaba sola y en voz baja: “más de tres meses
sin verte” dijo, y sacó pausadamente relleno de papel, trozos de plástico,
viruta y retazos de tela. En el centro venía un portarretratos con una foto
suya, y Prima Lejana suspiró como suspira uno cuando siente que le vuelve el
alma al cuerpo.
CuentosdeBCRamos
Picasso, Mujer sentada acodada.
Picasso, Mujer sentada acodada.
es muy comovedor y hermos compacian al hombre y a la mujer mucha dicnida
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