Hace muchos años vivía junto a mi casa
una bella chica.
Recogía moras en distante soto y después
volvía con sus blancos brazos
repletos de ramas áureas y plateadas.
Cantaba con voz melodiosa y
exhalaba vida.
Los labriegos jóvenes, al verla,
dejaban su hoz, y muchos olvidaban
retornar a casa.
Ahora no es más que una anciana abuela
de cabellos blancos y achaques de vieja.
Kitagawa Utamaro (1754-1806)
No hay comentarios:
Publicar un comentario