La navidad fue penosa para Reginaldo Aduén porque abrió por un ladito ese regalo que su esposa le había puesto bajo el árbol y descubrió que nuevamente se trataba de una camisa verde. Ese año Reginaldo decidió que no abriría su aguinaldo en Nochebuena porque ya estaba cansado de escuchar ¡adivinen el regalo del tío Regi! y un coro que respondía burlonamente ¡camisas verdes! Pero tenía la esperanza de que ella hubiera sabido de su deseo de recibir la chumacera niquelada para el bote que pensaba construir. Por eso bajó temprano a buscarla bajo el árbol, cuando aún en La torre de Pompeya no se oían los pajaritos y su esposa descansaba después de haber trabajado hasta medianoche. Reginaldo regresó a la habitación con ganas de apuñalarla, pero ella estaba dormida y sonreía serenamente porque se acostó pensando en que por fin había aprendido a cortar las camisas verdes que se veían tan bonitas en el cuerpo de su Regi. Él se apresuró a salir a comprarle un abrelatas cuando el sol ya entibiaba los nidos de los mochuelos.
cuentosdeBCRamos. De La Torre de Pompeya
ja ja ja, me has hecho reír con esas camisas verdes de regalo para Regi.
ResponderEliminarAbrazos.
Buen comienzo de año...Saludo.
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