Hubo un país de cunas y presagios
de guardapolvo blanco y navidades,
de reyes distraídos y cumpleaños fugaces
de estrenos de zapatos y verdades.
Un tiempo en el que el tiempo me sobraba
y sobraban la luz y las palabras.
Yo no crecí, se fue achicando el mundo.
Yo no callé,
se impusieron los cantos y pregones.
No envejecí,
la vida se me espeja en la mirada.
No soñaba,
había una realidad para los otros.
Sin embargo, seré la que mañana
ya no crezca ni calle, ni envejezca ni ame,
y aún así, esencial y despojada,
en un día como hoy de primavera
mi sombra irá buscando todavía
aquel país en el que estuve entera.
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