Padre, que no conocí (pues conocer no es
Este engaño de días paralelos,
Este tocar de cuerpos distraídos,
Estas palabras vagas que disfrazan
El muro infranqueable):
Ya nada me dirás, y no pregunto.
Miro en silencio la sombra invocada
Y acepto el futuro.
José Saramago, De Hasta la carne.
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