Chu Fu Tze, negador de milagros, había muerto; lo velaba su yerno. Al amanecer, el ataúd se elevó y quedó suspendido en el aire, a dos cuartas del suelo. El piadoso yerno se horrorizó. "Oh venerado suegro" suplicó "no destruyas mi fe de que son imposibles los milagros". El ataúd, entonces, descendió lentamente, y el yerno recuperó la fe.
Citado por Giles en Confucianism and its Rivals, Lecture VIII, 1915.Antología de la Literatura Fantástica. Borges, Ocampo, Bioy.
Tozudo e incredulo ese yerno ¿noo?
ResponderEliminarBesos.
otro negador de milagros. Parece un ciudadano colombiano Bastante incrédulo. Saludo.
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