Donde los ojos se cierran; donde el tiempo
Hace sonar la caracola del silencio;
Donde el claro desmayo se disuelve
En el aroma de los nardos y del sexo;
Donde los miembros son lazos, y las bocas
No respiran, jadean violentas;
Donde los dedos trazan nuevas órbitas
Por el espacio de los cuerpos y los astros;
Donde la breve agonía; donde en la piel
Se confunde el sudor; donde el amor.
José Saramago, Probablemente Alegría.
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