lunes, 27 de agosto de 2012

MARCIANAS. Por Bertha C Ramos.


A Marte, a una colonia de marcianas, llegó un cirujano plástico proveniente de la Tierra. Marcianas no habían estado interesadas en política o belleza,  en teología o literatura, ni en hombres o soledades, porque quásares, galaxias, nebulosas y neutrinos habían sido hasta entonces sus ligerezas (su hablar paja). Una vez aclimatado, el cirujano abrió una clínica de estética y colgó allí sus diplomas y afiches de Nicole Kidman y Naomi Campbell. Ofreció cera de abejas, sedimentos de manglar, barro negro de Oaxaca, plastilina y silicona. A poco ya parecía un avispero. Marcianas hacían la cola como marcianas y salían transformadas en terrícolas de las mismas que pululan en Dublín o Barranquilla. Unas blancas, otras negras. No hubo puntos intermedios. A poco habían comenzado a segregarse. A poco ya se peleaban por los hombres. A poco ya se miraban los vestidos y sufrían de depresión. Cirujano guardó todo en una caja y se marchó para Saturno. A lo lejos las oyó hablando sandeces, igual que en cualquier esquina de Dublín o Barranquilla. 
Fotografía: Mauricio Ramírez, Ko Phangan, Tailandia.

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