HOMBRE SOÑADOR Y MUJER
REALISTA
Hombre Soñador es de esos pocos hombres
que con arranques creativos viven al margen de certezas. Uno de ellos lo tenía embelesado.
Con el índice derecho había trazado una línea que salía de la buhardilla de su
casa, atravesaba la Vía Láctea y regresaba hasta el sillón de la terraza donde,
al alba, se tomaba el primer tinto. Al
cabo de largos años de metódica insistencia consiguió que su innovadora línea resplandeciera
en Internet. La llamó Autopista Intergaláctica de Escape, y para restarle complejidad la registró con la sigla AIE en la versión web de Google Maps. Mujer Realista,
su mujer, es doctora en lógica pura y por más que Hombre Soñador le enseñaba
con orgullo la estela resplandeciente de la AIE en el ciberespacio, o en el
firmamento real, ella respondía altanera que lo único visible eran los marcos de
la ventana de la buhardilla o de la barra de búsquedas de Google. Oyéndolo
divulgar tanto disparate Mujer Realista quería gritarle a Hombre Soñador que un
espécimen masculino no debería perder el tiempo en banalidades como no sea para
ejercer su derecho ocasional a rascarse los testículos; pero fue todavía más
cruel, le buscó oficio. Le fue imponiendo las labores de la casa que nunca quieren
hacer ni las mujeres sin oficio, de tal forma que Hombre Soñador las realizaba
con diligencia y luego se concentraba en demostrar la utilidad de los
postulados de su proyecto.
Una noche Mujer Realista lo
encontró mirando al cielo en la terraza, extraviado entre los atajos imprecisos
de la AIE y le asaltó esa mezquindad que atormenta a las mujeres que conviven
con un vago. Lo apremió a que regresara, y en vista de que Hombre Soñador no parecía
estar dispuesto a hacerle caso, Mujer Realista trajo del baño su tijerita de esquilar
el vello púbico, y, simulando que en el espacio sideral era tan cierta como afirmaba
Google Maps, cortó la brillante línea de un solo tajo.
--Pon los
pies sobre la tierra –dijo con su voz de fumadora empedernida.
Por un momento Hombre Soñador pareció molestarse, pero cerró los ojos y respiró profundamente. Dice Mujer Realista que contó hasta diez y la miró con compasión. Seguidamente se acercó hasta la ventana, subió con calma a su orilla y con solo dar cuatro pasos lo vio cuando se adentraba en la Autopista Intergaláctica de Escape. Unos metros adelante se dio vuelta y habló acerca de unos púlsares del sistema de posicionamiento galáctico.
--Es el punto donde estaré en el año 3009, añadió. Lo dijo con determinación,
pero le dio información errada, por si acaso.
Mujer Realista permaneció cavilosa
en el sillón de la terraza. Al alba pudo verlo a contraluz cuando pasó cerca de
Venus y se detuvo a remendar la fractura de la línea. No bien la compuso, Hombre
Soñador se limpió las manos en el pantalón de dril, y prosiguió con ligereza.
Estaba eufórico y despidió a Mujer Realista levantando con entusiasmo los dedos
índice y corazón. Un gesto tan elemental y tan ambiguo que en la historia de la
humanidad ha sido al mismo tiempo señal de resistencia y emblema de un
movimiento pacifista.
De Hombre Macho y Mujer Hembra con cierta dificultad para entenderse.
Fotografía: Bertha C Ramos. Nara, Japón.
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